Las cosas muertas pueden …
Las cosas muertas pueden ser arrastradas por la corriente, sólo algo vivo puede ir contracorriente
Citas de G. K. Chesterton
La mediocridad, posiblemente, consiste …
/en G. K. Chesterton/por Manuel CilleroLa mediocridad, posiblemente, consiste en estar delante de la grandeza y no darse cuenta.
Si no logras desarrollar …
/en G. K. Chesterton/por Manuel CilleroSi no logras desarrollar toda tu inteligencia, siempre te queda la opción de hacerte político.
No puedes hacer una …
/en G. K. Chesterton/por Manuel CilleroNo puedes hacer una revolución para tener la democracia. Debes tener la democracia para hacer una revolución.
No hay cosas sin …
/en G. K. Chesterton/por Manuel CilleroNo hay cosas sin interés. Tan sólo personas incapaces de interesarse.
El optimista cree en …
/en G. K. Chesterton/por Manuel CilleroEl optimista cree en los demás y el pesimista sólo cree en sí mismo.
La aventura podrá ser …
/en G. K. Chesterton/por Manuel CilleroLa aventura podrá ser loca, pero el aventurero ha de ser cuerdo.
Decir que un hombre …
/en G. K. Chesterton/por Manuel CilleroDecir que un hombre es un idealista es decir que es un hombre.
Cuando los hombres ya …
/en G. K. Chesterton/por Manuel CilleroCuando los hombres ya no creen en Dios, no es que no crean en nada, es que se lo creen todo.
Puedo creer lo imposible, …
/en G. K. Chesterton/por Manuel CilleroPuedo creer lo imposible, pero no lo improbable.
Cuando una cosa merece …
/en G. K. Chesterton/por Manuel CilleroCuando una cosa merece la pena, incluso merece la pena hacerla mal.
Otras citas al azar
-
Quien pretenda una felicidad y sabiduría constantes, deberá acomodarse a frecuentes cambios.
— Confucio
-
La única diferencia entre un loco y Dalí, es que Dalí no está loco.
-
No puedes enseñárselo todo: sólo puedes ayudarle a encontrarlo por sí mismo.
-
Si quieres tener paz, no hables con tus amigos. Habla con tus enemigos.
-
Arrancad la esperanza del corazón del hombre y haréis de él un animal de presa.
— Ouida
-
Somos lo que hacemos de forma repetida. La excelencia, entonces, no es un acto, sino un hábito.
